Arte desenfocado


First Day in Quarantine, Brooklyn, NY, fotografía de Nan Goldin

 

Publicado en El Asombrario / publico.es, 26 de octubre de 2025

El otro día, en uno de los álbumes familiares que mi madre ha ido armando a lo largo de los años, encontré una fotografía en la que tengo unos cuatro años. Estoy peinada con tres pequeñas coletas que parecen fuentes, llevo calcetines calados y unos zapatitos de pulsera bastante cursis, y me apoyo en el tronco de un árbol enorme cuya corteza destaca con una nitidez perfecta pero, como ocurre a veces en esas instantáneas que se hacían con cámaras domésticas, yo aparezco completamente desenfocada. Creo que todo el mundo tiene una, y que todos hemos estado desenfocados alguna vez. 

 

Hace años que el cineasta francés Sébastien Lifshitz  colecciona fotografías antiguas de aficionados con especial predilección por las que, igual que la mía, muestran en su composición algún desenfoque: una reunión familiar donde el contorno de un hombre fuma en el ángulo de la mesa, la figura borrosa de una mujer detenida al borde del camino en un paseo con árboles, una joven cuya estela cruza la instantánea montada en bicicleta, dos soldados que al posar se desdibujan en su propia imagen duplicada. Las observo aquí en la exposición Desenfocado. Otra visión del arte con la que CaixaForum Madrid propone un recorrido por algunas pinturas, vídeos, fotografías e instalaciones que adoptan el desenfoque en sus composiciones. La técnica del esfumado en el Renacimento, con la superposición de etéreas capas pintura, ya apuntaba una representación menos nítida de la realidad; pero a partir del siglo XIX los vaporosos paisajes de William Turner y después los impresionistas con sus fragmentarias pinceladas propondrían otra forma, más imprecisa y sugerente, de plasmarla.

 

Por eso la exposición se abre con uno de los estanques de Claude Monet y sus nenúfares rosados estallando en reflejos líquidos como en un sueño delicioso, que me invitan a cruzar ese puente sobre el agua una y otra vez. Pero más adelante, el artista parisino Vincent Dulom hace su Homenaje a Monet (2024) imprimiendo una película de pigmentos sobre el lienzo que revela el halo de un círculo azul y misterioso, como la sombra de uno de esos nenúfares a punto de evaporarse. También son circulares las abstracciones casi psicodélicas de Ugo Rondione y Wojciech Fangor, que al fondo de la sala parecen dianas o pupilas. Sentada en un banco,  una mujer contempla una de las primeras creaciones abstractas de Mark Rothko donde empieza ya a ensayar sus característicos campos de color en esas tonalidades imprecisas cuya profundidad induce a sumergirse en ellas: “Utilizo bordes difuminados. Los he calificado de atmosféricos, porque provocan una reacción atmosférica”.

 

Number 17, óleo de Wojciech Fangor


 

Igual que en esas atmósferas de Rothko, lo indefinido necesita su propio lenguaje y el arte anda siempre buscando un proceso con el que esbozar su mensaje. Haciendo una metáfora de la memoria, la artista francodanesa Eva Nielsen mezcla fotografía y pintura en su obra Scope (2021) a partir de la imagen borrosa de dos mujeres y dos niños sobre la que tensa una tela serigrafiada con manchas diluidas en tinta azul, acentuando aún más el desenfoque. En Polvo (1998), Claudio Parmiggiani encendió un fuego en su biblioteca para dejar que el hollín impregnara los volúmenes, que se dibujan en negativo sobre el lienzo como una presencia espectral de lo que hubo: “Solo quedaban las sombras de las cosas, casi ectoplasmas de formas desaparecidas, desvanecidas, como las sombras de los cuerpos humanos volatilizados sobre los muros de Hiroshima.”

 

El desenfoque puede ser el único medio de expresar tragedias lejanas o cotidianas que el mundo dejó de ver, porque a veces la fidelidad de una imagen no es suficiente para expresar su magnitud. Así, en la instantánea Six Seconds, una de las piezas de su proyecto sobre el genocidio ruandés, el arquitecto y cineasta chileno Alfredo Jaar capta la figura borrosa de una joven de espaldas con un vestido azul. “Esta chica fue testigo del asesinato de su padre y su madre a machetazos”, cuenta Jaar. “Había concertado una cita con ella para que me contara su historia. Pero cuando llegó, cambió de opinión. En el momento en que se dio la vuelta y se alejó, tomé la cámara y disparé sin realmente enfocar, de ahí que aparezca borrosa. Esta imagen representa mi incapacidad para contar la experiencia de esta mujer o la experiencia de Ruanda –mi imposibilidad.” El polaco Krzysztof Pruszkowski desarrolló en 1975 su propio procedimiento para poder plasmar el horror de los campos de exterminio al que llamó fotosíntesis, con el que tomaba múltiples instantáneas de una misma torre de vigilancia intercalando luego las imágenes con una ligera separación, de modo que la vibración de su contorno se queda palpitando en la memoria del espectador. Más allá veo también el experimento de la arista francesa Mame-Diarra Niang en su obra Morfología del sueño nº6, que durante el confinamiento fotografiaba una y otra vez su pantalla hasta que los cuerpos se desdibujaban y se transformaban apenas en manchas de color, disolviendo al sujeto en “un territorio hecho de recuerdos y desapariciones cuidadosamente conservados”. 

 

Morphologie du rêve #6, de Mame-Diarra Niang

 

 

Para el vídeo Chott el-Djerid (Retrato en luz y calor) de 1979, Bill Viola captó la imagen lenta de vehículos levitando sobre el asfalto entre lenguas de calor, y parecen animales que atraviesan un futuro apocalíptico. Unpredictable Future, ha escrito un dedo sobre el vaho de un cristal en la caja de luz del artista Mircea Cantor. El desenfoque plasma una realidad de bordes maltrechos, vislumbrada al entrecerrar un poco los ojos: ese mundo borroso que se distingue apenas a través de las pestañas. Tumbada en la instalación que propone mirar con ojos distintos la forma de unas nubes que pasan proyectadas en el techo, imagino de pronto que dejáramos de estar hiperconectados: nos volveríamos nítidamente reales, nos veríamos como somos, tan vulnerables y erráticos. Luego, cuando salgo de la exposición, trato de retener en mi mente para el resto del día la delicada instantánea de Nan Goldin titulada Primeros días de cuarentena, Brooklyn, Nueva York, en la que aparecen, envueltos en la tibia claridad de una ventana, tres ramos de flores silvestres que se están marchitando. Están un poco desenfocados. Y me acordaré de esos pétalos pequeños que ya habían caído y que se veían tan nítidos, muriendo sobre la mesa.  

 

Desenfocado. Otra visión del arte

CaixaForum Madrid

Hasta el 12 de abril de 2026

 

 

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